Durante décadas, un vuelo desde los Estados Unidos a La Habana se consideró imposible debido a las restricciones entre estos dos países vecinos. Durante un tiempo corto, estas restricciones se aliviaron, pero los viajes se limitaron solo a los vuelos IFR.
John Craparo, Mike Baker, Jon Prickett y Dayton Dabbs eligieron aprovechar esta estrecha oportunidad y partieron desde Taylor (Texas) para visitar la isla en dos autogiros Magni M-16. Este mes marca el primer aniversario de un viaje histórico del que Magni Gyro se complace de haber formado parte.
Un inicio tardío y algunos problemas iniciales crearon una serie de dudas sobre si el grupo de autogiros despegaría o no de Texas, y fuertes vientos en contra perjudicaron al equipo hasta Marathon (Florida), la última parada en los Estados Unidos. Estas demoras inesperadas convirtieron el viaje de dos días en tres. Afortunadamente, la belleza del sureste de los Estados Unidos hizo que valiera la pena.
El terreno siempre cambiante desde los pinos del este de Texas a las aguas cristalinas de los Cayos de Florida fue acentuado por los casinos de Biloxi (Mississippi), las playas turísticas de Pensacola, y las tierras pantanosas del centro y sur de Florida, brindando un sinfín de oportunidades de fotografía y recuerdos.
Al llegar a Marathon, el equipo fue informado de que su parada de combustible esperada en Key West (Florida) no estaba en el plan de vuelo internacional que su equipo de manejo había programado, y el esperado vuelo de 90 mn sobre las aguas del golfo era en realidad de 150 mn. Aunque normalmente esto no es un problema para el Magni M-16, los fuertes vientos en contra crearon una nube de incertidumbre acerca de si "el jugo vale la pena apretarlo", como dijo Jon Prickett. En última instancia, el equipo decidió seguir adelante con un acuerdo de que para cuando llegaran al ADIZ (el punto de no regreso a los Estados Unidos), cada uno de ellos tendría más de ¾ de combustible indicado, y su velocidad de avance sería de al menos 55 nudos, de lo contrario regresarían. Al llegar al ADIZ, cada aeronave tenía un poco más de ¾ de combustible, y estaban indicando 56 nudos sobre el terreno. Una llamada cercana, pero una que se decidió cumplió con los requisitos mínimos.
Hay una sensación de deserción cuando se vuela en el espacio aéreo internacional con nada más que agua hasta donde alcanza la vista y un pleno entendimiento de que los animales que nadan en esas aguas pueden no ser tan amigables como se ven detrás del vidrio en Sea World. Esto condujo a una sensación de alivio cuando una transmisión de radio interrumpida llegó a través de los auriculares.
Los cubanos fueron increíblemente hospitalarios, la comida increíble y La Habana realmente un lugar para "comer, beber y divertirse". El equipo estará siempre agradecido con el pueblo cubano por su hospitalidad, la maravillosa red de aviación en los Estados Unidos por la libertad de volar, y con Magni Gyro por construir un autogiro que es confiable incluso en las condiciones más desconcertantes.
El video de su aventura está disponible en la sección de Experiencia de nuestro sitio web.
DISFRUTA TU GYRO!